Como madre de dos hijos adolescentes, he de reconocer que esta frágil etapa de cambio que supone la adolescencia, me inspira una gran ternura, no sin cierto punto de nostalgia, eso si. Ese momento fronterizo en el proceso del desarrollo humano en el que dejamos de ser niños para convertirnos en adultos ha sido tratado por unos cuantos fotógrafos: Rineke Dijkstra o Stefano Giogli entre otros. Pero con el trabajo fotográfico que mas empatía siento es con el proyecto «Bidean» de Miren Pastor. La sensibilidad y sutileza con la que trata el tema me conmueven profundamente. Esto es, desde mi punto de vista, lo que importa: mover emociones.
En esukera, Bidean significa algo que está en el proceso de cambio o en el camino. El proyecto, que sigue abierto, combina retratos de adolescentes con bellísimas imágenes de paisajes naturales, relacionando conceptualmente este proceso de cambio con los ciclos inestables de la naturaleza. «Llegada a este punto del camino, la oruga se dispone a sufrir la profunda transformación que la llevará del estado de larva al de imago o forma adulta…» Así es como comienza el texto de Iván del Rey de la Torre que acompaña a las fotografías creando una bella metáfora del trabajo fotográfico. Os invito a leer el texto completo en la web de la artista. A los adultos se nos olvida con frecuencia lo que fue esa etapa, cada cual vivió la experiencia de forma distinta. No cabe duda que puede ser un momento en el que la relación entre adolescentes y adultos suele ser complicada. Trabajos como este pueden ayudarnos a comprender y acompañar a nuestros adolescentes en ese inestable y confuso proceso de transformación, además de asimilar nuestros propios procesos, ya que como seres humanos, vivimos en un constante estado de mutación y transito.
El proyecto se ha materializado en una exposición en la Galería Gema Llamazares de Gijón y en un libro muy original que a su vez se transforma en un mural fotográfico. En él se va mostrando la secuencia de las fotos más representativas de la exposición envueltas en una maraña de verde, una textura vegetal indefinida difícil de descifrar. Todo cobra sentido al verlo desplegado en la pared, siguiendo las sutiles coordenadas que aparecen en cada página. Son necesarios dos ejemplares para usar las dos caras de cada pliego y poder lograr la imagen final.



Pingback: En lo salvaje | lamiradadelmamut
12 febrero, 2015 en 2:22 pm
Tomo nota para mi futuro próximo, una visión inesperada y sorprendente sobre una etapa con tanto estereotipo. Gracias Ruth.
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