Lola Álvarez Bravo es una de las primeras fotógrafas mejicanas y la más prolífica. Su variada carrera se extendió a lo largo de cincuenta años y en ella combinó la fotografía comercial y la enseñanza junto con la exploración de sus intereses artísticos. Lola fue una mujer y artista extraordinaria, que tuvo que luchar con gran tesón por derribar los roles establecidos para las mujeres en su Méjico natal. Hablamos de 1930 , donde el mero hecho de trabajar te enfrentaba a la sociedad entera.
» Había mujeres artistas pero se suponía que no debían trabajar en la calle sino en el estudio»
La gran complejidad de su obra revela su interés por el surrealismo y el uso vanguardista del fotomontaje, así como su dominio en una variedad de géneros. Gran admiradora de fotógrafos como Edward Weston, Tina Modotti, Henry Cartier Bresson entre otros, Álvarez Bravo consiguió emprender una carrera independiente que tocó una amplia variedad de temas: imágenes documentales de la vida cotidiana y la pobreza en zonas rurales y calles de las ciudades de Méjico, retratos de grandes intelectuales, escultura o arquitectura. Sus imágenes están delicadamente salpicadas de ironía y juegos visuales, fue una de las figuras clave del movimiento mejicano postrevolucionario.
Durante toda su vida mantuvo amistad con un nutrido grupo de intelectuales y formó parte de un dinámico círculo de artistas: Diego Rivera, Frida Kahlo, Rufino Tamayo, Maria Izquierdo, o David Alfaro Siquerios.
“Las mujeres que trabajábamos y lográbamos hacer algo, y que nos respetaran dentro de nuestro trabajo y por nuestro esfuerzo, éramos muy pocas.»
«Pespunteando en la brisa», 1930s
«El sueño de los pobres», fotomontaje,1935. Sigue leyendo