Uno de los trabajos del pasado festival de PhotoEspaña que se me quedaron grabados en la retina es “Albinos “ del brasileño Gustavo Lacerda. Después de escribir sobre el trabajo de los Pantones de Angélica Dass, me planteé si sería posible hacer un proyecto similar con los albinos retratados por Lacerda. Estoy segura de que las variaciones de color serían más sutiles pero existirían y podríamos generar una guía pantone del albinismo.
La sensibilidad y complicidad que transmiten las bellas imágenes inundadas de luz de este brasileño elevan la dignidad de esta gente marginada por su condición de no pigmentación. Incluso el fondo de las fotos fue cuidadosamente elegido para cada tono de piel. A mi personalmente, me generan una gran empatía y dulzura. Se trata de una dignidad en el retrato similar a la que consigue Pierre Gonnord con sus gitanos por medio del claroscuro, pero en este caso Lacerda reafirma la palidez del colorido físico de sus albinos bañándolos de claridad y frescura.
Gustavo Lacerda ha estado fotografiando personas con albinismo en Brasil desde 2009 y el proyecto sigue abierto. El fotógrafo cuenta que su principal dificultad fue ganarse la confianza de sus modelos dado el ostracismo social al que están condenados.
La falta de melanina que sufren los albinos les condena a distintos grados de marginación según el lugar donde les haya tocado nacer, no es lo mismo nacer albino en Suecia que en Tanzania, donde a principios del siglo XXI sufrieron una sangrienta ola de persecución.
La ignorancia, los prejuicios, la brujería y la superstición hicieron que se creara un comercio de partes del cuerpo de personas albinas (en su mayoría niños, el 85% no llega a los 40 años y menos bajo el fuerte sol africano). El miedo a lo diferente hace que en ciertas culturas sean considerados como malditos o fantasmas.
Aislados por el color de su piel y sin medios para luchar contra los efectos de su enfermedad congénita, las personas que sufren albinismo en África, donde la tasa es ocho veces mayor a la del resto del mundo debido a la endogamia, están condenados a una espantosa vida de sufrimientos.
Todo esto me lleva una vez más a reflexionar acerca de la atroz importancia de las apariencias, el miedo a lo que es diferente cuestiona identidades y como consecuencia causa rechazo, lo que nos trae a colación la frase de Sartre: “El infierno es la mirada del otro”
Os recomiendo ver este video sobre la situación de los albinos en Tanzania.
6 enero, 2023 en 5:17 pm
Hello mate great bloog
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7 enero, 2023 en 10:39 am
Thanks
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12 septiembre, 2014 en 12:35 pm
Gracias Lucía por tu comentario.
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11 septiembre, 2014 en 10:23 pm
MUY interesante, Ruth, gracias.
Con el añadido de que he pensado tantas veces en leer acerca de albinos entre negros (que tampoco es que controle el tema entre blancos u otros…) pero no lo había hecho nunca.
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11 septiembre, 2014 en 9:44 pm
Gracias Ruth por tu interesante post , que como siempre nos aporta además del conocimiento de un nuevo autor una reflexión ética y estética enriquecedora. Seguiremos aprendiendo y creciendo contigo.
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